Todo fotógrafo submarino tiene un "bucket list"... animales o eventos que necesita fotografiar, para lo que está dispuesto a hacer muchos sacrificios. Captar una orca bajo el agua es un elemento común en esas listas: un animal hermoso, inteligente, grande… No es extraño por eso que nuestros aventureros pasos nos llevaran a pasar diez días navegando por el Mar de Cortés en busca de ese "santo grial"...
Lo hermoso del mar es que siempre tiene algo que ofrecer, aunque no sea lo que uno anda buscando, y en uno de esos momentos de ansiosa espera me encontré un cardumen de estos pequeños peces que cambió de rumbo y de repente estaba nadando frenéticamente a mi alrededor. Por supuesto, les tomé fotos, muchas fotos, pero no sabía hacia donde disparar, me sentía el ojo de un vórtice indetenible.
Horas después, frente a mi pantalla evaluando las imágenes, me di cuenta de que ninguna expresaba realmente lo que yo había vivido. Representaban lo que ví, pero no lo que sentí, y me dí cuenta de que para sentirla completa necesitaba incluirme de alguna manera, ser fotógrafa y sujeto, porque así me sentí, porque mi corazón estaba dentro de la foto, no detrás de la cámara.
En ese momento me dí cuenta de que sería una foto intervenida, en ella se expresa ese torbellino ascendente, como si guiara al espectador hacia un lugar luminoso y feliz. Y resultó natural para mí llamarla Contra Corriente, porque así iban los peces y así fuí yo, al intervenir una foto submarina, contrario a la costumbre de mostrar la realidad tal y como se nos presenta. Sentí que el mar me invitaba a ser coautora de esta obra, y esta fué mi manera de responder su llamado.
Ysabela
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